Diario de Noticias, Cartas al Director, 16 de febrero de 2009
RECIENTEMENTE, un grupo de padres de tres institutos públicos de modelo D manifestaban en una rueda de prensa algo así como que enviaban a sus hijos a esos centros esperando que en los mismos adquirieran valores de solidaridad, de izquierda, de ecologismo… y criticaban a los equipos directivos y profesorado, salvo honrosas excepciones, por ser partícipes en la represión de los derechos de sus hijos en vez de ser colaboradores en la consecución de los valores citados, si lo entendí medianamente bien. Por deducción podemos entender que aplaudían, entre otras cosas, la iniciativa de sus hijos en Iturrama, realizada "pese a quien pese" y por encima de la normativa del centro.
Entiendo que muchos asumiríamos esa idea de promover los valores citados, matizando que el carnet de izquierdas no se pide ni al alumnado ni al profesorado de ninguno de esos centros, precisamente por su carácter de públicos y plurales. Yo asumo plenamente el de la solidaridad, más obvio aparentemente, pero que plantea una cuestión de entrada: ¿solidaridad con quién? Y la respuesta puede ser muy dependiente de la escala de valores y de la sensibilidad de cada cual. Por ejemplo: ¿solidaridad con los fuertes o con los débiles?, ¿con los socialmente acomodados o con los desheredados? ¿con los armados o con los desarmados? ¿con los verdugos o con las víctimas?
Algo parecido nos ocurre cuando hablamos de ecologismo. El respeto por las especies ¿abarca también a la especie humana? ¿Abarca a las subespecies de los cargos políticos, ex concejales, empresarios de la Y vasca, a quienes pasaban por allí en el instante en que el grupo armado al que pertenecían los homenajeados atentaron contra ellos? ¿Se incluye también en ese respeto al profesorado de los centros de modelo D, al resto de compañeros y a los equipos directivos?
Si vamos al grano, ¿se presupone que la acción de homenaje llevada a cabo por un grupo de alumnos de y en el Instituto Iturrama puede ser asumida por toda la comunidad educativa como expresión de los valores citados en la citada rueda de prensa? ¿Se pretende que el bagaje ideológico que soporta esa acción y otras parecidas que se han ido sucediendo, puede ser asumido por el conjunto de la comunidad educativa de cada uno de los tres centros que son criticados? No sé si un centro privado y propiedad de podría basarse en principios de ese estilo, pero, por suerte, creo que cualquier centro público de nuestra comunidad es bastante más plural y menos controlable por ningún sector ideológico determinado. Por cierto, ¿podría explicar alguien por qué los objetivos de estas acciones y de estas críticas son siempre centros públicos y de modelo D?
A partir de la situación creada hay, a mi entender, dos opciones posibles de futuro. Una sería que quienes sacan pecho tan fácilmente y siempre en la misma dirección recapacitasen y recondujesen los hechos hacia el terreno de la reflexión educativa, cosa que repercutiría favorablemente en el conjunto, comenzando por sus propios hijos. La segunda opción, si alguien sigue alimentando este torbellino de presiones, debería ser que el resto dejemos de callar y con nombre y apellido comencemos a manifestar en voz alta cómo nos sentimos en estas situaciones. Claro que esto conlleva algunos riesgos, los mismos que en este momento sufre Pedro Otaduy, con quien me solidarizo totalmente.
Sería interesante que algunas apymas clarificasen también cuál ha sido su posición en estos hechos y, en cuanto a la incalificable (o quizás más calificable que ninguna) actuación del sindicato LAB, creo que está mucho más cerca de otras instancias institucionales que de las educativas.
Koldo Pla, irakasle de centro público de modelo D