KOLDO ZABALETA
Tribuna Abierta, Diario de Noticias, 6 de febrero de 2009
LOS últimos acontecimientos acaecidos en los institutos del modelo D, y en especial en el de Iturrama, merecen una reflexión, y más después de la rueda de prensa ofrecida por algunos padres en el instituto Biurdana.
La nota anterior a la rueda de prensa, escrita supuestamente por algunos padres del instituto Biurdana, y que enmarca o resume todo lo anterior y posterior a estos acontecimientos, creemos que debe ser el primer motivo de esa reflexión, si puede ser, tranquila y objetiva.
En dicha nota se pone en tela de juicio la actuación de algunos de los docentes y de algunos miembros de los equipos directivos de los institutos, entendemos que de los del modelo D. Y se deja entrever una tendencia por parte de estos docentes a reprimir ideas de los alumnos, a controlarlos ideológica y políticamente de una forma exagerada, e incluso se les acusa de colaboracionismo con la Policía. Añaden que sí que aceptan que los jóvenes deben estudiar, pero siendo solidarios y no olvidando el entorno en que se mueven.
Nosotros estamos de acuerdo con esa última afirmación, y estamos dispuestos a firmarla en cualquier parte y ante cualquiera. Es más, en realidad, es para eso para lo que los mandamos al instituto: además de para prepararse un futuro personal, para que sean personas solidarias con sus compañeros y con su entorno.
A pesar de ese acuerdo, no podemos ocultar nuestro rechazo a otras ideas aparecidas en la nota y remarcadas en la rueda de prensa.
En primer lugar, y antes que nada, rechazamos el supuesto colaboracionismo entre Policía y equipos directivos. Para argumentar eso tenemos varios ejemplos. La prueba palpable de lo que decimos la hemos presenciado en vivo y en directo algunos padres que firmamos esta carta. Un día de curso cualquiera, éste es el panorama que nos encontramos: el equipo directivo del instituto Iturrama interpuesto entre la Policía situada en la calle y una concentración realizada a la hora del recreo, en el propio centro, intentando evitar ese supuesto control policial, impidiendo la entrada de la Policía y negociando con éstos la forma de acabar con esa situación lo más pacíficamente posible sin que nadie resultase perjudicado.
La realización de esas concentraciones (unas de protesta política, otras de apoyo a presos…) no es moneda de uso infrecuente en el instituto. Y aunque como padres creemos que no se debiera ser tan permisivo con ese tipo de actos, sí que nos vienen a demostrar la falta de rigor entre los padres que afirman en esa rueda de prensa que existe un control ideológico excesivo por parte de algunos equipos directivos.
En cualquier caso, vaya nuestra crítica a los equipos directivos, al departamento de Educación y también a los alumnos que los realizan. A unos por permitir estas continuas concentraciones dentro del instituto, porque enrarecen el ambiente; y a los alumnos por aprovechar un ambiente supuestamente favorable a este tipo de acciones para desarrollar actividades políticas que nada tienen que ver con la educación. Creemos que existen otros lugares y otros horarios que no sean el escolar para realizar este tipo de actos sin poner en solfa permanente a profesores y directivos y/o a alumnos (por lo que sabemos y pudimos comprobar, en su mayoría no participan de estos actos), que no están de acuerdo o no participan de esas ideas y formas de actuar.
Las concentraciones y manifestaciones en el exterior del instituto Iturrama tampoco son infrecuentes. Los alumnos implicados buscan el refugio del centro cuando se acerca la Policía y, por tanto, la protección del equipo directivo. La frecuencia de esas manifestaciones, y de las situaciones reflejadas hasta ahora, demuestran nuevamente en nuestra opinión la falta de veracidad en el intento de atribuir colaboracionismo policial a los equipos docentes y directivos.
En realidad, cualquier ajeno que no conociera suficientemente esta complicada situación que nos ha tocado vivir, podría pensar exactamente en lo contrario, es decir, que son los equipos directivos quienes dan protección a los alumnos y no toman las medidas disciplinarias oportunas. Pero creemos que si algunas víctimas se pueden entrever en todo este maremagnun, desde luego entre ellas estarían los propios equipos directivos; personas, por otra parte, casi obligadas a realizar esa labor ingrata y temida por la gran mayoría de los profesores, que nadie quiere realizar, casi exenta de verdadero poder, mal pagada, peor vista por el entorno inmediato (profesores y alumnos), y a las que sólo les faltaba este tipo de acusaciones para huir de unas responsabilidades verdaderamente insoportables a veces.
Los padres tenemos mucho que decir en todo esto, y en particular en la actuación de nuestros hijos. No debemos permitir que los institutos se conviertan en centros de reivindicación política, de una determinada ideología ni de ninguna otra, porque si no estaríamos disminuyendo la pluralidad de nuestros centros públicos, asustando a los padres recelosos con este tipo de acontecimientos y, como consecuencia, potenciando la enseñanza privada en perjuicio de la pública. Y eso no lo debemos consentir por el bien de la educación en general, y por los centros en euskera en particular: la escuela pública y el euskera nos necesitan a todos, pensemos como pensemos.
Los padres, además, debemos hacer creer a nuestros hijos en sus profesores y en la educación que reciben. Sobre todo porque así conseguiremos que crean otra vez en nosotros y en el camino que les mostramos.